La Habana hipster.

Bueno, habrá que empezar por aclarar que "hipster" es un decir. Muchas veces las categorías de las cosas que conocemos no se ajustan exactamente a la realidad de Cuba. Este post trata sobre una zona de La Habana vieja que podrían acercarse a lo que alguien que vive en la Ciudad de México llamaría "hipster". Se trata de unas cuantas cuadras en las que se concentran galerías de arte, restoranes relativamente nuevos con personalidad propia y bares que exploran más allá del mojito y del son cubano más establecido.


Para definirlo en un mapa, diríamos que se trata de una triangulito cuyos lados serían la Avenida Bélgica entre Cuarteles y Habana, la calle de Cuba entre Tejadillo y Peña Pobre y Tejadillo entre Cuba y la Avenida Bélgica (mapa aquí).



Como todo en La Habana vieja, lo mejor es caminarlo. Se puede empezar en la Iglesia del Santo Ángel Custodio, donde una mujer de bronce con abanico y rizos coquetea en una pequeña plaza. Si caminas por Cuarteles, encontrarás varias galerías y dos cuadras más adelante una pizzería que se llama "Las cinco esquinas" (porque, exacto, hay cinco esquinas).

 Esta foto está tomada desde el punto de vista de la coqueta señorita de bronce (es una estatua).

Es una buena zona para ir a comer si buscas algo más que los tradicionales Paladares y definitivamente vale la pena ir a probar la coctelería, si bien los tragos pueden ser ligeramente más costosos que el promedio.


Mini clase de historia a continuación. ¡No se vayan, hay comida de por medio! A mediados de los noventas el gobierno cubano aprobó una modalidad de negocio semiprivado, el "paladar", que no es otra cosa que un restorán. Eso sí, los propietarios y administradores tenían que ser una sola familia. El paladar debía estar instalado en la casa familiar, todo el staff debía ser familia y debía tener lugar para doce comensales máximo.



Con el tiempo, las reglas se flexibilizaron. Ahora los paladares ya pueden tener más mesas, pueden estar en locales rentados y pueden tener empleados que no sean familiares. Los paladares son muy populares entre los turistas pues se dice que son baratos y de mejor calidad que los restoranes del estado. Nuestra experiencia difiere de ese dicho. Básicamente encuentras de todo en cuanto a servicios y calidades y los precios no son especialmente bajos. Incluso algunos paladares muy famosos o "tradicionales" son súper caros. Nosotros salimos huyendo de uno llamado "La Familia", por caro y sin personalidad.


De alguna manera, el término "paladar" está asociado a una época y una política determinada, como tantas cosas en Cuba, de modo que en los nuevos restoranes "hipsters" se nota que se han esforzado por alejarse tanto del concepto como de la palabra. 


Lo que se siente mucho en esta zona de La Habana es ese aire de renovación que hay en el país a causa de la reanudación de relaciones diplomáticas con Estados Unidos, unido a la apertura del gobierno hacia los negocios de la iniciativa privada (o "cuentapropismo", ¡otro término unido a una época y políticas determinadas!). Tanto los restoranes como las galerías y otros negocios de esta pequeña zona cuentan con propuestas más globales, comparadas con el localismo de otros sitios -muchas veces diseñado para turistas-.


Suponemos que eso será algo cada vez más extendido y vale la pena verlo ahora que está iniciando. Nos encantará saber a dónde llegará, pero habrá que esperar unos años y el siguiente viaje. 


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Este es L'encanto de Lola

No es un lugar nuevo, por lo que probablemente ya hayas escuchado algunas cosas sobre L'encanto de Lola, una tortería en la mejor parte de San Ángel.


Quizá habrás escuchado sobre sus malteadas de Gansito o de Huevo Kinder. Alguien te habrá contado sobre lo atípicas que son sus tortas o quizá, aunque no conozcas su lugar original, conozcas la sucursal del área gourmet de Palacio de Hierro Polanco. 



Lola tiene sus encantos, pero para nosotros hay uno que es el principal. Tuvimos que ir hasta San Ángel para averiguarlo, eso sí: esta tortería en realidad es un bar, y uno para beber en serio. 


Aunque la comida nos gustó, en realidad nos parece que es un excelente acompañamiento de sus cocteles. Y es que la carta de L'encanto está repleta de alcohol: carajillos, clamachelas, cocteles con mezcal o la posibilidad de agregarle vodka o ron a tu malteada. Definitivamente, borrachos welcome.


L'encanto de Lola se nos antoja para ir a crudear un domingo o para empezar la fiesta tempranera un viernes. Esas cosas que hacíamos muchísimo cuando éramos unos adultecentes despreocupados.


Por otro lado, el lugar tampoco está mal para nuestra situación actual de papás primerizos: hay sillas para bebé y si bien no hay menú para niños, muchas cosas en el menú son perfectamente aptas para niños. 


Por ejemplo, para nuestra hija de año y medio pedimos un agua del día y una minitorta de queso ricotta con miel. Una lástima que la minitorta no la tuvieran. Tampoco tuvieron la sopa de queso que ordenamos porque lucía muy apetitosa. No es padre recibir un "ahora no lo tenemos" cuando ya te hiciste a la idea de comer algo (y peor aún es recibir dos). 


Al final pedimos unas papas lola, dos tortas (una de chile relleno y el perro texano), una mini de cacahuate y mermelada de fresa, dos hippies (mezcal con jugo de piña), una malteada de gansito y un agua del día que era de jaimaica. El total de la cuenta fue de 500 pesos, lo cual coloca a L'encanto en la categoría de "darse un gusto muy de vez en cuando".


L'encanto de Lola. Calle de la Amargura 14, San Ángel. Foursquare - Twitter - Facebook.
 
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Atásquese esas carnitas.

Nosotros los tocinantes no somos muy fans de los nuevos "mercados" o centros comerciales con aspecto de mercado o esas cosas que no sabemos como llamar. Como el Mercado Roma y esos. No somos muy fans porque son un híbrido entre dos cosas a las que tratan de imitar y no les llegan. Nos explicamos: son una imitación de los "markets" de ciudades como Nueva York pero no les llegan y son una imitación de los mercados de verdad, a los que tampoco les llegan.



En ese sentido, preferimos mucho el Mercado de Medellín antes que el Mercado Roma. Y entre nuestros mercados favoritos, de los verdaderos, está el de Coyoacán.


El mercado de Coyoacán es uno de nuestros preferidos de la ciudad para ir a comer y podríamos hacer una docena de posts con las diferentes opciones para hacerlo -tal vez los hagamos-. Para empezar por algún lado, lo haremos por el maravilloso punto de reunión de los adoradores del dios marrano: el puesto de carnitas El Charro.


El mercado de Coyoacán no nos quedan tan cerca, aunque los fines de semana por la mañana es muy sencillo llegar (habitualmente ese es nuestro horario de elección). El traslado vale la pena. 


En El Charro lo que hay son tacos de carnitas. Carnitas as in maciza, buche, cuero, nana, trompa...




El servicio es veloz. Apenas encuentras un asiento en la gran barra comunal y una señora se te acerca para tomar tu orden, la cual llega calientita en unos pocos minutos, junto con un plato de chicharrones de cortesía. En lo que la señora de los tacos fue por los tuyos, también viene alguien del puesto hermano de jugos y licuados.




A nosotros nos encantan pequeños detalles como el hecho de que las carnitas vengan picadas muy finamente. A la mano están las cebollas, rábanos, pepinos, salsas y demás complementos para que le pongas lo que quieras a tus tacos.


Al final, quedas con una sensación de felicidad que solo te da tener llena la panza y el corazón al mismo tiempo. Y todo por unos 140 pesos. Por dos personas. Tomen eso, mercados de diseño.


Carnitas El Charro - Interior del Mercado de Coyoacán (Xicoténcatl y Allende), centro de Coyoacán. Sólo sábados y domingos. Facebook - Foursquare.



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