Quizá el elemento reinante en la casa que comparten Ángel y Luis es una gran mesa en la que caben sin problemas doce personas. Pareciera que todo está dispuesto alrededor de esa mesa que funciona como el eje de la casa, el sitio alrededor del que sucede todo...
Es evidente que a Luis y a Ángel les gusta comer, o quizá aún más que comer, lo que les gusta es invitar amigos a comer y convertir esa mesota en un animado punto de encuentro en el cual compartirlo todo: conversaciones y comida, momentos, silencios, risas. Un lugar para que la vida suceda alrededor.
La comida que compartimos con ellos (y con Evelyn, Valeria y Dafne) fue una celebración de lo local. En la mesa los protagonistas fueron todos ingredientes locales servidos casi desnudos: hongos, calabazas con elotes, papas, chicharrón, aguacate, cebollitas, mole; todo fue comprado localmente directamente a los productores de la zona, en su mayoría mujeres que ofrecen su producto de casa en casa. Todo en la mesa era tan local, que hasta la salsa verde fue preparada con chiles cosechados en el jardín.