Esta cantina tiene más de 100 años. Ya, esa sola es una buena razón para caer por ahí alguna vez.
Casi todas las reseñas mencionan además que era el sitio favorito de William Burroughs...
A diferencia de otros lugares de prosapia y espíritus literarios aquí no hay peregrinaciones de turistas. Bueno, a veces si hay pero es raro y suelen estar un rato, echarse una cerveza y seguirse hacia el resto de las cantinas del centro.
La parroquia de Tío Pepe es variada y depende totalmente del día y la hora. Los viernes por la tarde-noche está lleno y es más bien escandaloso; el resto del tiempo es un oasis de calma dentro del caos universal del centro de la Ciudad de México.
Eso precisamente es lo que amamos de Tío Pepe: su cualidad de oasis. Suele ser un lugar fresco y silencioso, con música de los ochentas sonando moderadamente (ponen Universal Stereo), sin rockola y con meseros atentos pero discretos.
Tiene sólo un inconveniente: no hay botanas, por lo que recomendamos no ir con hambre. A Tío Pepe se va a beber. Tampoco hay coctelería fancy, aunque dominan todos los clásicos. Hay cerveza -industrial- y cubas estupendamente servidas.
A ver, entonces: no hay música, no hay comida, no hay cocteles de autor. Así es. Y por eso es nuestra cantina favorita de toda la ciudad.
Lo que hay, aquí, es un espacio. Un lugarcito físico y emocional para que te acomodes y te desenchufes del mundo.
Y puedes hacerlo solo, un ejercicio común en la barra -la hermosa barra- en la que hombres solos beben y a veces conversan con el cantinero.
O acompañado. Tío Pepe es un gran lugar para ir acompañado de personas con las que te guste platicar, sin ningún apuro mientras las horas se van unas tras otras y tu percepción del mundo se va alterando cada vez más.
Quizá nos estamos poniendo cursis, pero es porque este post intenta ser una carta de amor a un lugar increíble, totalmente mexicano, ajeno a modas y poses, un lugar que por tener cosas bonitas tiene bonitos hasta los hielos. En serio: cubos grandes y perfectos, de aristas filosas, transparentes y brillantes como gemas.
Si te quedas el tiempo suficiente verás entrar y salir a todo el reparto titular de una cantina: el bolero, el señor de los toques, los músicos y los organilleros, la señora pequeñita que tratará de venderte un boleto de lotería.
Si además de quedarte el tiempo suficiente, observas, verás también a los actores secundarios: el tipo que trabaja en el ministerio público y no va a regresar al turno de la tarde porque ya está muy borracho, la pareja que apenas está ligando, los extranjeros románticos que piden mezcal en vez de un tequila porque el tequila ya pasó de moda, los intelectuales famosos en su ambiente...
Y lo mejor, no importa cuánto tiempo estés ni cuanto hayas bebido, cuando pidas la cuenta siempre te dará la impresión de que estás pagando poco. Nunca te van a clavar un cargo de más y como de todos modos los tragos son baratos verás como es sencillo dejar una buena propina.
Y lo mejor, no importa cuánto tiempo estés ni cuanto hayas bebido, cuando pidas la cuenta siempre te dará la impresión de que estás pagando poco. Nunca te van a clavar un cargo de más y como de todos modos los tragos son baratos verás como es sencillo dejar una buena propina.
Tío Pepe - Independencia esquina con Dolores, Centro Histórico, México DF. Lunes a sábado de 12:00 hrs a 22:00 hrs - Foursquare.
¿No comida? bueno, pal desempanze :3
ResponderBorrar¡No! Pero (y esa es la segunda parte del post) hay buenos sitios alrededor e incluso un secreto de parroquianos: puedes pedir que te traigan a la cantina comida de un lugar cercano. Sólo que todavía no averiguamos bien como está el negocio... seguiremos informando.
BorrarSoy fan de las cantinas, de las de 'a deveras'. Sin duda iré a conocer este lugar :)
ResponderBorrar¡Hola, Ale! Si eres fan, no te lo pierdas, es toda una experiencia.
Borrar¡Hola!Me encanta la perfecta combinación entre las fotografias y la manera en la que detallas cada uno de los lugares.¡Gracias!
ResponderBorrarGracias a ti por el comentario, Gemma <3
BorrarBuenisimo!
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