Cuando te pregunten qué te llevarías a una isla desierta, pregunta si sería una de las 365 que componen el archipiélago de San Blas. Si te dicen que si, pregunta cuál. Dependiendo de la isla, podrías o no necesitar un snorkel...
365 islas ("una para cada día del año" como dicen los panameños) de las cuales algunas están desiertas y otras no. En las que no, se come delicioso, se pueden comprar hermosas artesanías o incluso puedes conseguir alojamiento si lo que quieres son unas vacaciones en medio de la nada marítima.
Aunque todavía le dicen San Blas, ya no se llama así. Este archipiélago forma parte de la comarca Guna Yala, un territorio panameño hogar de los indígenas Guna quienes tienen su propia organización política y sus propias leyes (revolución armada de por medio).
San Blas o Guna Yala, el caso es que es un destino turístico perfecto para lunamieleros con algo de vena aventurera. Encontrarás muy pocos puntos donde conectarte a internet, pero muchos yates y catamaranes donde pasar la noche bajo las estrellas (échale un ojo a Airbnb). En algunas islas hay tienditas pero quién necesita enlatados cuando puedes comer mariscos tan frescos que media hora antes de estar en tu plato todavía respiraban.
La aventura de Guna Yala empieza antes de llegar. Lo normal es llegar a Panamá en avión y de ahí son dos o tres horas por carretera a Guna Yala. Para por fin llegar a las islas tendrás que ir en lancha. Prepáralo todo antes de partir porque una vez allá lo único seguro son los colores del caribe y la vista de todas esas palmeras que, a lo lejos, parecen salir del mar.
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