La Habana

Ir a Cuba está de moda. Hace unos años ya que se perciben los cambios y la normalización de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos ha precipitado esta sensación de que hay que visitarla antes de que se inaugure el primer McDonald's en La Habana Vieja. 


Así que eso hicimos, irnos allá antes de que llegue McDonald's. Fuimos a la Habana (que no es lo mismo que decir "fuimos a Cuba" porque la Habana no es todo el país). 

 Monumento a José Martí en la Plaza de la Revolución. A veces (y a veces no) se puede subir al mirador.

A Varadero no fuimos porque si quieres mar azul, arena blanca y tumbarte relajadamente con un coco en la mano, basta con ir a la Riviera Maya. O puedes ir a Punta Cana o a Panamá... O puedes ir a donde quieras, claro, pero el hecho es que nosotros a Varadero no fuimos. 

 Paseo marítimo flotante frente a la Alameda de Paula. Su día más bonito es el domingo en la tarde, con cubanos y turistas domingueando a gusto.

Seis días en La Habana le parecían mucho a nuestro compañero de desayunos, un danés muy agradable con el que topábamos en la casa donde nos hospedamos. A nosotros nos parecieron apenas rayando en suficiente para caminarla toda, porque creemos que la mejor manera de conocer una ciudad es caminarla. 

 A la izquierda, la casa de Yoanka y Lorenzo, donde estuvimos hospedados. A la derecha (en la puerta roja, arriba), el símbolo que indica que en esa casa hay hospedaje.


Otra cosa importante es que la Habana vieja no es toda la ciudad, si bien de ahí provienen la mayoría de las imágenes en las que uno piensa cuando piensa en Cuba: los cadillacs rosas, las mujeres que fuman puros vestidas de colores brillantes, las tiendas de souvenirs; la Habana es una ciudad muy grande en la que parecen estar contenidas muchas ciudades distintas. 

 La Plaza de San Francisco

Asociación Canaria de Cuba  (está medio escondida frente al edificio Bacardí). No luce precisamente espectacular, pero ahí nos tomamos el mejor café de todo el viaje y casi diríamos que de los mejores cafés que nos hemos tomado, a secas.

Este año se nota que es el destino de moda. Hay más turistas que de costumbre, muchos con sus cámaras de gama alta fotografiándolo todo, muchos con esos sombreritos verdes tipo kepi con una bandera bordada en un lado y una estrella roja en el otro (el equivalente a un sombrero de charro comprado en garibaldi en una noche de borrachera). 

El cantinero de La Bodeguita del Medio. El lugar es un "tourist trap" en toda regla, pero los mojitos, aunque caros, sí están buenos. Había que tomarse al menos uno, por no dejar.

 Y si cruzaste medio planeta para un mojito de ahí, pues te tomas la foto grupal, obvio.

La ciudad es a la vez igual y diferente a como la recordábamos. Igual de magnífica y derruida, igual de viva y extrañamente melancólica, igual de segura. Tan segura que puedes andar con tu cámara (de gama alta) por dónde sea, a la hora que sea, sin sentir la más mínima aprehensión. Igual de fotografiable. 

 "Un clásico americano". Los coches de ahora no aguantarían más de 50 años uso y clima tropical. O de ningún otro clima, para el caso.

Tan fotografiable que nos trajimos como dos mil fotos y hemos pasado las últimas semanas seleccionando lo que vamos a mostrar. En este post hemos mezclado un poco todo. Es solo una introducción (una probadita). En los siguientes nos iremos tranquilamente, por partes, tratando de contarles porqué nos parece un lugar tan fascinante. 

La guagua. 

Creemos que ese es el adjetivo que mejor le queda: fascinante. 


Mientras llega el jueves y publicamos un nuevo post, pueden ver más fotos en el instagram de @hombresconsombrero, si les apetece. 


Gracias por leer.


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