La Villa de Sarria podría ser llamada un abrevadero en toda regla. Un espacio pequeño, sin ningún lujo, normalmente atestado, al que se va a beber (principalmente cerveza) aunque cuenta con dos especiales atractivos: la comida y el ambiente.
Esta cervecería está justo enfrente del mercado de Medellín y ha estado ahí desde 1940 o algo así. Tiene 6 mesitas, una rockola, un bañito y cualquier cantidad de improbables adornos que se acumulan detrás de la barra.
Resulta elocuente que todos esos souvenirs (banderas del América e imágenes del Sagrado Corazón, mujeres desnudas y fotos del Papa) hayan sido obsequiados por los parroquianos, porque La Villa de Sarria es un lugar de parroquianos. Tras algunas visitas te ganas el derecho a ser saludado con familiaridad, como si los anfitriones te conocieran de siempre.
Si buscas lugares "glamurosos" la colonia Roma tiene muchas opciones. Esta NO es una. La comida -cuyas alabanzas son cantadas por todos los fans de esta cantina- es casera, contundente y cero instagrameable: quesadillas de papa, caracoles, lentejas, criadillas. Este es un lugar para borrachos y tragones (nos incluimos, obviamente).
Como buen sitio de parroquianos cuenta con sus códigos propios, sus chistes locales y su narrativa para iniciados, como la historia del cuadro donde aparece una mujer desnuda que fue regalado por un cliente y que es la razón del apodo que algunos usan para referirse a esta cantina: "la peluchona".
Al final de la tarde quedas feliz y con la panza llena. Y nada arruina esa felicidad, porque llega la cuenta y después de toda la cerveza que bebiste y todo lo que te zampaste, la cuenta es baratísima.
La Villa de Sarria - Monterrey 254 (esquina con Campeche), Colonia Roma. Foursquare.
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