Nos gusta muchísimo Casa Pan de Miel. Nos gusta porque está en una de nuestras playas favoritas de México, porque el servicio es cálido e impecable, porque resume lo que nosotros entendemos como lujo -sin pretensión ni ostentación-. Es una joya delicada.
Casa Pan de Miel es un hotel boutique de estilo hippie chic y está en la costa de Oaxaca, concretamente entre Mazunte y San Agustinillo. No se admiten niños y tiene tan pocas habitaciones que incluso cuando está lleno es un absoluto remanso de paz.
Mazunte por si solo merece una visita. Es un pueblo pequeño a medio camino entre Huatulco y Puerto Escondido. Sin grandes hoteles de cadena su mejor oferta es el mar y el paisaje, es un destino ideal para desconectar. Excepto en temporada alta (Semana Santa y Diciembre), que desborda de vacacionistas y consecuentemente, de parranda.
Desconectar es lo que se hace en Pan de Miel. Puedes pasar todo un día en la alberca infinita, tomando el sol y mirando el horizonte o puedes leer tumbado en una hamaca en la terraza de tu habitación pues todas las habitaciones tienen terraza privada o semiprivada. En las áreas comunes no hay música y las olas se escuchan todo el día y toda la noche.
Un día perfecto en Mazunte empieza desayunando en Pan de Miel porque tienen -definitivamente- los mejores desayunos de la comarca, con frutas siempre deliciosas, pan casero, tantas mermeladas que querrás tener muchos días para probarlas todas, granola orgánica y yogurth natural. Y si quieres algo todavía más sustancioso puedes pedir un omelette. Todo lo que te ponen en la mesa es orgánico y de productores locales, además de estar buenísimo.
Si decides salir del hotel, tienes la playa a la distancia de una corta caminata a San Agustinillo o a Mazunte. En Mazunte puedes visitar el
Centro Mexicano de la Tortuga, ir de compras a la cooperativa de cosméticos naturales o conseguir uno de los tours en lancha para ver fauna marina o un paseo a los manglares con cocodrilos de la vecina Ventanilla. También puedes ir al trozo de playa llamado "el rinconcito" y meterte al mar que ahí es muy tranquilo. Si te interesa conocer Zipolite, puedes tomar un taxi o un transporte colectivo y llegar en pocos minutos.
Los desayunos en Pan de Miel son geniales pero las opciones para comer son muy ligeras y la cocina cierra a las 4 pm, por lo que necesariamente tendrás que salir a buscar la cena. Una peculiaridad de Mazunte y San Agustinillo es que siempre, en todos lados, se come bien. Casi que puedes elegir a ciegas lo que se te antoje. Otra peculiaridad es que los platos siempre suelen estar bien servidos.
Los precios varían dependiendo del tipo de lugar. Están los chiringuitos sobre la playa o las cocinas económicas de la calle principal (y única) y también algunos restoranes más en forma. Nuestras opciones favoritas son
La Estrella Fugaz en la playa el Rinconcito y
La Termita en San Agustinillo.
Una cosa importante que debes saber si vacacionas en Mazunte: allí todo es lento. Absolutamente nadie tiene prisa para nada y cualquier cosa se tarda mucho, incluyendo tu comida, así que no vayas a comer cuando ya estás cayendo de hambre. Tómate tu tiempo y una o dos cervezas en lo que la cocina se mueve a su propio ritmo.
Mazunte y San Agustinillo tienen muchas opciones de hospedaje para todos -de verdad todos- los bolsillos. Desde áreas de acampado y posadas baratísimas, hasta las opciones más en forma como Pan de Miel donde cuentas con wi-fi, tele por cable y aire acondicionado. Puedes llegar en autobús viajando a Pochutla o en avión volando a Huatulco pero una vez que llegues las reglas de la ciudad dejan de funcionar. No hay manera de conseguir efectivo (hay un cajero que jala cuando se le antoja) y todo opera con su propia lógica. Déjate ir. Es lo mejor que puedes hacer contigo y con el tiempo que dispongas para estar allá.
Son muchas las razones por las que nos enamoramos de Casa Pan de Miel. El bar tiene un sistema en el que tú vas y te sirves tus cervezas y luego te las anotas en tu cuenta. Nadie va a vigilar si lo haces o no, pero estoy casi segura de que ningún huesped les ha robado una cerveza. El lugar está lleno de detalles, todos pensados para el placer. El personal es atento y sonriente pero jamás te atosiga. Y si se da el momento te encontrarás conversando con Anne Gillet, la dueña, una encantadora señora francesa. El lugar vale cada peso aunque las tarifas varían bastante dependiendo de la temporada y el largo de tu estancia y para fin de año las reservaciones tienen que hacerse con seis meses o más de anticipación.
Vamos terminando este post porque ya es una larguísima carta de amor (tanto, que sentimos que no está de más aclarar que el viaje no fue patrocinado y este post es nuestra experiencia, no un anuncio).