Compartimos con Eduardo la pasión por muchas cosas: el sarcasmo y la comida son sólo un par de ellas. Para Eduardo comer es una cosa muy seria; tan es así que cuando el Cluny eliminó de su menú los Filetes Wellington, aprendió a hacerlos en casa.
Cuando le pedimos a Eduardo que cocinara para Los Tocinantes no esperábamos algo tan espectacular aunque si anticipábamos bonitas fotos porque su casa tiene una de las mejores cocinas domésticas que conocemos. No alcanzamos a decidirnos si es mejor su cocina o su buen gusto en general, aunque la respuesta deber ser un simple "esas dos cosas van junto con pegado".
Así pues, es un placer presentarles el buen gusto, la bonita cocina y la adecuadamente atascada receta del semifamoso diseñador gráfico Eduardo Barrera.
Filletes Wellington
Lo más común es hacer una sola pieza que se corta directamente en la mesa pero Eduardo prefiere hacer muchas piezas pequeñas. Cada filete son aproximadamente 100 grs de rib eye (un rib eye grande da para 3 o 4 porciones) y lo importante es que el corte sea grueso.
El primer paso es salpimentar la carne en crudo y después sellarla en un sartén, con un poco de ajo. Lo ideal es que no quede jugo porque si no la humedad de la carne humedecerá el hojaldre.
Una vez sellada la carne, se deja por ahí mientras preparas la salsa.
(Nosotros pensamos que la humanidad se divide en dos: los que cocinan con pesos y medidas y los que le van calculando. Eduardo es de los segundos).
Para la salsa se pone en la licuadora una cebolla grande cortada en trozos, vino tinto, champiñones, poquita agua y vodka. Se le exprimen unos dientes de ajo y se licúa todo. Después se sazona y se pone a cocinar.
En lo que la salsa se está cocinando, se pueden ir haciendo los "mixiotes franceses" (jiji): cortas un pedacito cuadrado de pasta de hojaldre, en el centro pones un filete, encima un poco de foie gras y lo envuelves. Después barnizas con huevo (Eduardo usó solo las yemas) y lo horneas unos 30 minutos con el horno a 200ºC.
Se sirven individualmente sobre un espejo de salsa de champiñón.
Esta es una de esas recetas que quedan mejor si te vas tomando un vino tinto durante el proceso, cosa que nosotros hicimos... Aunque eso dificulta un poco tomar notas (¿salsa de ajo? no ¿salsa de cebolla? qué no, Ángeles, la salsa es de champiñones).
Recomendamos servir una entrada ligera (ensalada, quizá) pero dejarse ir con un postre chocolatoso y tal vez un old fashioned, para que la panza y el corazón terminen de explotar de felicidad pecaminosa.