Toshii, ramen urbano.

El fin de semana fuimos a conocer el nuevo lugar que abrió en la Juárez: Milán 44. Se trata de un gran espacio frente al Museo del Chocolate, donde conviven una buena cantidad de opciones gastronómicas junto a puestecitos de flores o diseño mexicano. Nosotros llegamos con un objetivo en mente: probar el ramen de Toshii.



En Milán 44 hay mucho que comer: desde tacos de carnitas hasta waffles belgas. No vayas con hambre porque a lo mejor deambularás sin saber qué elegir. Nosotros si teníamos hambre pero también sabíamos exactamente a dónde íbamos. En una esquinita del segundo piso está Toshii, dónde en menos de 5 minutos estuvo nuestra orden lista y caliente.



Sólo hay ramen y sólo hay dos: de gengibre y de cacahuate y te lo sirven con una generosa porción de vegetales de colores (brócoli, calabaza, zanahoria, pimientos). Probamos ambos y como no podíamos decidir cuál nos gustó más, intercambiamos los tazones. Dos veces. 


Los caldos de Toshii, un poco sorprendentemente, no tienen carne, por lo que se les puede considerar veganos. Sin embargo están llenos de sabores y de cremosidad -culpamos a los cacahuates-. Los recomendamos si trabajas por la zona y quieres algo rápido para llevar o si vas pasando y tienes algo de prisa. Puedes acompañar tu orden con un té de jazmín que es súper fresco y tiene refill.

Las sonrisas de Ceci son gratis.

Aunque Toshii está muy bien para una comida rápida, todo Milán 44 está puesto para que pases un buen ratito ahí. Hay áreas comunes de comida donde puedes sentarte a tomar un café o comer unas tapas acompañadas con una copa de vino (¡en copa de cristal!) y en la azotea hay una terraza con bonita vista y ambiente que invita a la haraganería. 


Nos quedamos con ganas de regresar, por más ramen pero también por un heladito o un cold brew. Ya luego les contamos. 


Toshii - Dentro de Milán 44 (Milán esquina Roma), Colonia Juárez. Martes a Domingo de 12 a 19 hrs. Sitio Oficial - TwitterInstagram - Facebook.

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La Habana Vieja

No es lo mismo "La Habana Vieja" que "La Habana, vieja". De ese trozo de ciudad (aproximadamente cuatro kilómetros cuadrados) provienen la mayoría de las imágenes mentales que el mundo tiene de Cuba, aunque en realidad se trata de un barrio pequeño en comparación con los otros 14 barrios que componen la ciudad. Si quieres darte una idea de lo pequeño que es, mira esto


Héctor dijo algo entre foto y foto al Paseo Martí: "si esta ciudad estuviera en buenas condiciones, sería una de las ciudades más mamonas de todo el planeta. Sería mamonsísima, de hecho". En eso estamos muy de acuerdo.


Y es que, por ejemplo el Paseo Martí es una testimonio de la antigua grandeza colonial de la ciudad: construido con mármol, hierro y coral por artesanos súper chingones. 



Así cada calle. El Edificio Bacardí es una muestra grandilocuente de la riqueza que esa familia poseía en la isla. El Capitolio, el Gran Teatro o el Museo Nacional de Bellas Artes están ahí con su grandeza arquitectónica. 


Para donde camines hay herrería primorosa (cubierta de herrumbre o no), escaleras señoriales, mosaicos, piedra tallada...



Las zonas restauradas y las derruidas se mezclan igual que se mezclan los turistas con los locales, igual que se mezcla la música de los bares con los motores ruinosos de los coches antiguos. Todo en Cuba tiende a mezclarse, los menús de los restoranes son eclécticos y hay mujeres muy bellas con la piel negra y los ojos azules o el pelo rubio luciendo afros de envidia. 


Aunque puedes abordar un coche de caballos o un bicitaxi, la mejor manera de andar por La Vieja Habana es a pie, tomándote tu tiempo. Vale la pena dedicarle al menos un día entero de la mañana a la noche, o hasta dos, deteniéndose en algún bar y luego en otro y en otro, a la manera de los españoles cuando salen de marcha. Igual te puedes llevar tu cerveza por la calle, porque en Cuba no está prohibido beber en la vía pública. 


Cada día de la semana es distinto (y todos son estupendos). Los viernes por la tarde se siente la alegría colectiva en contraste con las tardes de lunes cuando todos le meten prisa a su regreso a casa. Los sábados por la mañana son gozosos y los niños andan en grupitos por las plazas buscando una función de títeres o persiguiendo a las palomas. 



 ¿Cuándo fue la última vez que viste niños jugando solos en una gran ciudad?

Hace años podía ser un poco agobiante ser turista en sus calles y que a cada pocos pasos alguien te abordara con una oferta diferente: puros, ron, un lugar para comer. Este año hay tantos turistas que eso se ha diluido un poco. Igual te abordarán, probablemente, pero se siente menos insistente que antes. Di que sí a alguna de las propuestas, por probar, ten las precauciones que tendrías en cualquier otra ciudad del mundo y no te preocupes demasiado. Como dicen los gringos: enjoy the ride


La Habana Vieja se puede recorrer sin mapa ni guía. Claro, está bueno aprender cosas nuevas y saber que este edificio es tal o allá pasó tal cosa, pero no hay porqué estresarse. Si caminas sin rumbo terminarás por verlo todo. Las calles parecen desembocar siempre en los mismos lugares. 


Uno de nuestros puntos favoritos fue la Plaza Vieja, amplísima y luminosa, con lugarcitos para sentarse a comer afuera. También debemos mencionar la plaza de la catedral, esa catedral hecha de corales que parece espuma de mar petrificada. 


Ah, y un consejo. En algunos lugares verás grupos de gente usando smartphones, tabletas o directamente computadoras portátiles. Eso es porque ahí hay wifi. Ahí puedes conectarte a internet usando tu plan de datos (aunque no lo recomendamos porque sale carísimo) o puedes preguntar dónde se venden las tarjetas de internet (seguro es cerca del punto de conexión).


La Habana, vieja, merece su fama. 

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La Habana

Ir a Cuba está de moda. Hace unos años ya que se perciben los cambios y la normalización de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos ha precipitado esta sensación de que hay que visitarla antes de que se inaugure el primer McDonald's en La Habana Vieja. 


Así que eso hicimos, irnos allá antes de que llegue McDonald's. Fuimos a la Habana (que no es lo mismo que decir "fuimos a Cuba" porque la Habana no es todo el país). 

 Monumento a José Martí en la Plaza de la Revolución. A veces (y a veces no) se puede subir al mirador.

A Varadero no fuimos porque si quieres mar azul, arena blanca y tumbarte relajadamente con un coco en la mano, basta con ir a la Riviera Maya. O puedes ir a Punta Cana o a Panamá... O puedes ir a donde quieras, claro, pero el hecho es que nosotros a Varadero no fuimos. 

 Paseo marítimo flotante frente a la Alameda de Paula. Su día más bonito es el domingo en la tarde, con cubanos y turistas domingueando a gusto.

Seis días en La Habana le parecían mucho a nuestro compañero de desayunos, un danés muy agradable con el que topábamos en la casa donde nos hospedamos. A nosotros nos parecieron apenas rayando en suficiente para caminarla toda, porque creemos que la mejor manera de conocer una ciudad es caminarla. 

 A la izquierda, la casa de Yoanka y Lorenzo, donde estuvimos hospedados. A la derecha (en la puerta roja, arriba), el símbolo que indica que en esa casa hay hospedaje.


Otra cosa importante es que la Habana vieja no es toda la ciudad, si bien de ahí provienen la mayoría de las imágenes en las que uno piensa cuando piensa en Cuba: los cadillacs rosas, las mujeres que fuman puros vestidas de colores brillantes, las tiendas de souvenirs; la Habana es una ciudad muy grande en la que parecen estar contenidas muchas ciudades distintas. 

 La Plaza de San Francisco

Asociación Canaria de Cuba  (está medio escondida frente al edificio Bacardí). No luce precisamente espectacular, pero ahí nos tomamos el mejor café de todo el viaje y casi diríamos que de los mejores cafés que nos hemos tomado, a secas.

Este año se nota que es el destino de moda. Hay más turistas que de costumbre, muchos con sus cámaras de gama alta fotografiándolo todo, muchos con esos sombreritos verdes tipo kepi con una bandera bordada en un lado y una estrella roja en el otro (el equivalente a un sombrero de charro comprado en garibaldi en una noche de borrachera). 

El cantinero de La Bodeguita del Medio. El lugar es un "tourist trap" en toda regla, pero los mojitos, aunque caros, sí están buenos. Había que tomarse al menos uno, por no dejar.

 Y si cruzaste medio planeta para un mojito de ahí, pues te tomas la foto grupal, obvio.

La ciudad es a la vez igual y diferente a como la recordábamos. Igual de magnífica y derruida, igual de viva y extrañamente melancólica, igual de segura. Tan segura que puedes andar con tu cámara (de gama alta) por dónde sea, a la hora que sea, sin sentir la más mínima aprehensión. Igual de fotografiable. 

 "Un clásico americano". Los coches de ahora no aguantarían más de 50 años uso y clima tropical. O de ningún otro clima, para el caso.

Tan fotografiable que nos trajimos como dos mil fotos y hemos pasado las últimas semanas seleccionando lo que vamos a mostrar. En este post hemos mezclado un poco todo. Es solo una introducción (una probadita). En los siguientes nos iremos tranquilamente, por partes, tratando de contarles porqué nos parece un lugar tan fascinante. 

La guagua. 

Creemos que ese es el adjetivo que mejor le queda: fascinante. 


Mientras llega el jueves y publicamos un nuevo post, pueden ver más fotos en el instagram de @hombresconsombrero, si les apetece. 


Gracias por leer.


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