Pasta de inspiración oriental.

¡Ah, la pasta! La salvación universal de solteros y personas con poca pericia en la cocina. ¿Dónde está el monumento a la pasta? Canten las musas su versatilidad, sencillez y lucimiento. Mientras las musas cantan y los monumentos son erigidos, nosotros le echamos ingredientes encima.

Lo bueno de la pasta es que se lleva con casi todo y que no te hace sentir esa tristeza de que abriste una lata de sardinas y la comiste con galletas porque tenías prisa y/o no había otra cosa en la alacena. Incluso, pasando el nivel inicial de tomate de bote, puedes cocinar una pasta si tienes invitados a cenar.

La receta de este post no es oriental pero toma algunos sabores muy característicos de la comida asiática. Es una receta sencilla, rápida y vistosa.

Para prepararla necesitas tiras de pechuga de pollo y verduras, dos ingredientes que está bien tener siempre en el congelador. Aunque se venden congelados en el súper, es muy sencillo hacerlo tú mismo -una típica tarea de fin de semana-. Puedes hervir pechugas de pollo cortadas en tiras y luego congelarlas en una bolsa ziploc y lo mismo con las mezclas de verduras.

Para esta receta lo primero es hervir 200 gramos de pasta siguiendo las instrucciones del paquete. Estás listo para empezar.

Vierte un chorrito de aceite de ajonjolí en una olla o sartén grande, cuando esté caliente echa a freir un ajo, un cuarto de cebolla y un trocito de jengibre, todo en rebanadas. Cuando la cebolla esté clarita añade 200 gramos de pollo previamente cocido y vierte salsa terikayi al gusto (normalmente, la teriyaki debe alcanzar para cubrir todo sin que sobre mucho líquido). Revuelve bien y con el fuego a todo lo que da añade las verduras (usa unas tres tazas, nuestra mezcla tenía brócoli, ejotes, pimientos, zanahora, jícama y elotitos). Integra todos los ingredientes.

Para finalizar añade media taza de cacahuates pelados y la pasta ya cocida y escurrida. Vuelve a integrar todo. La cantidad de ingredientes que utilizamos alcanza para dos personas, así que sirve en dos platos y finaliza con un poco de semillas de ajonjolí. 

Recomendamos acompañar con una soda hecha con licor de cereza y agua mineral (pon en un vaso con hielo mitad y mitad de licor y agua). Más sencillo, difícilmente.

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Dónde comer en La Roma (sin pretensiones): Café París.

Cuando decides comer fuera de casa y te preguntas ¿dónde comer en La Roma? la respuesta suele ser ligeramente distinta si de hecho vives en La Roma. Hay muchas opciones, si, pero estamos hablando del día que no hay nada en el refri, no tienes ganas de cocinar y no vas a ir al Rosetta o al Mog.


Ese día que quieres un café con leche y un pan dulce. O unos huevos divorciados. Para esos días, normalmente elegimos el Café París. 



El Café París es uno de esos restoranes que está ahí desde siempre, que no es nada fancy y que jamás está atestado (así sea domingo a medio día), un lugar al que vas a comer -no a sacar instagrams- y que está ahí medio ignorado quizá por esas mismas razones por las cuales nosotros vamos. 


Un plus muy gracioso es que tienen los periódicos del día y revistas de varios tipos, por lo que también puedes ir solo a hacer tiempo en lo que esperas una cita, a esperar a que pase el tráfico o, quizá, a leer nada más. 


Ahora que buscamos lugares en los cuales podamos, además, estar cómodamente con todo y carriola; sin estorbarle ni a los meseros ni al resto de los comensales, el Café París califica bien. Recientemente incluso pusieron mesitas en la parte de afuera y entre semana siempre han tenido un menú tipo comida corrida que exhibe sus orgullosas 3 B's (ya saben, bueno, bonito y barato).

 
Porque, en fin, los restoranes de barrio son precisamente los que no ponen "restaurante de barrio" debajo de su nombre. 


Café París - Álvaro Obregón esquina Córdoba, Colonia Roma. Foursquare.


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Cucurucho Café.

Nuestro amigo Ángel Buendía (@angelbc) es esencialmente un nerd que un buen día decidió que, entre sus muchas nerditudes, debería ser también un nerd del café. Anda por ahí, probando cafés y recomendando los mejores. 


Y la verdad es que si conoce los lugares donde sirven el mejor café: delicioso, aromático, cuidado al milímetro y con orgullosas espumas. Nunca son cafeterías de cadena, sino pequeños locales para verdaderos amantes del café. Como Cucurucho, en la Roma Norte. 


Cada cafetería recomendada por Ángel es única, aunque todas tienen en común la calidad de sus bebidas. En el caso de Cucurucho, además del buen café tienen una bonita decoración que vuelve al sitio muy fotografiable, como pueden ver. 


Su otro plus es el servicio -amable y cálido-.


Cucurucho es esencialmente una barra de café para llevar porque, aunque tiene unas banquitas en la parte de afuera donde te puedes instalar tranquilamente, no son el mejor lugar para quedarte a conversar durante horas. Lo cual es un poco una pena porque su café se disfruta mejor en una taza en el lugar que en un vaso para llevar, y con un pastelito de zanahoria o chocolate al lado.


Pero en lugar de lamentar lo que Cucurucho no es tanto, mejor celebrar lo que si es: un gran lugar para pescar un buen café de camino y un sandwich si además tienes hambre (están hechos con pan artesanal e ingredientes frescos). También puedes comprar café en grano para preparar en casa. 


La oferta de Cucurucho contempla también galletas, sodas artesanales, agua de horchata y otras bebidas frías a base o no de café. 


Si dentro de las tribus urbanas existe la tribu de los que traen en la mano un vaso de café como símbolo de status, los vasos de Cucurucho dicen: soy un snob inteligente, sé exactamente lo que quiero y mi café está delicioso, bitches


Cucurucho Café - Tonala 183 (casi esquina con Chiapas), Colonia Roma Norte. Twitter - Foursquare - Facebook.

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Old School, Barbería y Anteojería

Las barberías están de moda. Esa podría ser razón suficiente para publicar esta post en Boticapop y no aquí, en Los Tocinantes. Sin embargo este blog se trata de contar experiencias y pensamos que a los señores barbones (y lampiños) menores de 40, les gustará tener la experiencia barbería. 


Porque si, todo empieza con sentarse en una de esas grandes sillas para dejarse atender. Las posibilidades se han multiplicado por la ciudad pero nosotros elegimos una de las primeras nuevas-viejas barberías de la ola: Old School, en la Zona Rosa. 


La carta de servicios es ecléctica aquí. Se especializan en cortes clásicos y, por supuesto, en el arreglo de la barba, pero también en tintes de fantasía para hombres y mujeres (usan la marca vegana Manic Panic).


Además de un corte de pelo vintage, puedes conseguir anteojos de la marca Moscot e incluso ordenar un par de zapatos hechos a medida. 


Y si quieres alargar la experiencia y llevarla a casa, puedes comprar productos para el cabello de aire retro, como brillantina o pomada como la pomada Papacitos, de espíritu rockabilly. 


Esto es, Old School es por supuesto un paseo por esa variedad de nostalgia que se siente quizá por cosas que no se han vivido y en esto el diseño juega un pale importante. No es sólo que te pongan una toalla caliente y te rasuren con navaja, que también, pero la madera que te rodea y las tipografías que lees también forman parte de la experiencia.


Una cosa que nos gusta de Old School es que está menos atestada que otros lugares similares. ¿Será quizá a que se encuentra en la ahora poco trendy calle de Génova? Puede ser. Por supuesto que puedes hacer cita pero no tardarás un mes en conseguirla. 


Barbería Old School - Génova 79, Zona Rosa. Facebook - Twitter - Foursquare.


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MUCHO, mucho chocolate.

El chocolate es una de esas maravillosas aportaciones de México al mundo. Su historia se remonta muy atrás junto con la historia de nuestros antepasados y pues, básicamente, quién no ama al chocolate. Tomando todo eso en cuenta, uno pensaría que habría en México más de un museo dedicado al tema. Y resulta que no.


El MUCHO es el único museo temático de todo el país dedicado al chocolate y abrió apenas en 2012. La historia de su génesis es bien romántica: nos contó la arquitecta Ana García Lascuráin que tuvo el encargo de restaurar una (bellísima) casa de 1909 en la Colonia Juárez y cuando se cambiaron vigas, se arreglaron escaleras y se restauró la puerta, el amor fue tal que resultó imposible dejarla ir. 


Cuando Raymundo Sesma pintó el mural que luce la planta baja, el edificio se convirtió en museo. 


Si bien el espacio por si mismo ya vale la pena verse, recomendamos de ser posible tomar una visita guiada porque enriquece mucho la experiencia. Podrás ver las jarras antiguas, hacer el paseo de la nostalgia por los empaques de marcas mexicanas y oler el cuarto del chocolate (cuyas paredes están forradas de tablillas del mismo) pero también aprenderás montones de datos curiosos.


Por ejemplo, nos enteramos que la receta prehispánica del chocolate como bebida era más parecida a la receta de una michelada -con amargo, dulce, picante y ácido- que a la receta de chocolate con leche, la cual nació cuando Carlos V dijo algo como "quítenmele este chile y mejor pónganle canelita".




Un museo en el que tan importa estimular el olfato no podía dejar abandonado al gusto, por lo que en la planta baja hay una chocolatería donde al final del paseo te pueden sentar y pedir unas bebidas de chocolate.


Y la tienda del museo la ponemos en nuestra lista de tiendas favoritas para comprar regalos. Ofrecen diversas variedades de tablillas de chocolate, algunas con sabores bien exóticos, todas con hermosos empaques. Es perfecta para llevar souvenirs si vienes de viaje o para hacer sonreír a novias, mamás, abues o niños de paladar aventurero. 


También hay catas y talleres. Quién sabe, en una de esas te inspiras tanto que terminas escribiéndole un poema al chocolate, igual que Nezahualcóyotl.

MUCHO Mundo Chocolate - Milán 45, Colonia Juárez. Página oficial - Twitter - Facebook.

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