El chocolate es una de esas maravillosas aportaciones de México al mundo. Su historia se remonta muy atrás junto con la historia de nuestros antepasados y pues, básicamente, quién no ama al chocolate. Tomando todo eso en cuenta, uno pensaría que habría en México más de un museo dedicado al tema. Y resulta que no.
El MUCHO es el único museo temático de todo el país dedicado al chocolate y abrió apenas en 2012. La historia de su génesis es bien romántica: nos contó la arquitecta Ana García Lascuráin que tuvo el encargo de restaurar una (bellísima) casa de 1909 en la Colonia Juárez y cuando se cambiaron vigas, se arreglaron escaleras y se restauró la puerta, el amor fue tal que resultó imposible dejarla ir.
Cuando Raymundo Sesma pintó el mural que luce la planta baja, el edificio se convirtió en museo.
Si bien el espacio por si mismo ya vale la pena verse, recomendamos de ser posible tomar una visita guiada porque enriquece mucho la experiencia. Podrás ver las jarras antiguas, hacer el paseo de la nostalgia por los empaques de marcas mexicanas y oler el cuarto del chocolate (cuyas paredes están forradas de tablillas del mismo) pero también aprenderás montones de datos curiosos.
Por ejemplo, nos enteramos que la receta prehispánica del chocolate como bebida era más parecida a la receta de una michelada -con amargo, dulce, picante y ácido- que a la receta de chocolate con leche, la cual nació cuando Carlos V dijo algo como "quítenmele este chile y mejor pónganle canelita".
Un museo en el que tan importa estimular el olfato no podía dejar abandonado al gusto, por lo que en la planta baja hay una chocolatería donde al final del paseo te pueden sentar y pedir unas bebidas de chocolate.
Y la tienda del museo la ponemos en nuestra lista de tiendas favoritas para comprar regalos. Ofrecen diversas variedades de tablillas de chocolate, algunas con sabores bien exóticos, todas con hermosos empaques. Es perfecta para llevar souvenirs si vienes de viaje o para hacer sonreír a novias, mamás, abues o niños de paladar aventurero.
También hay catas y talleres. Quién sabe, en una de esas te inspiras tanto que terminas escribiéndole un poema al chocolate, igual que Nezahualcóyotl.
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